Brecha en el acceso a la salud mental para latinos en Nueva York
En Nueva York, la situación de la salud mental entre la población latina es alarmante. Según cifras del Departamento de Salud de Nueva York, apenas un 30% de los latinos diagnosticados con depresión recibe tratamiento, en comparación con más del 50% de los adultos blancos que acceden a cuidados de salud mental. Esta disparidad pone de manifiesto una crisis de acceso a servicios profesionales que afecta de manera notable a esta comunidad. La terapeuta Ingrid Camacho, quien creció en un entorno puertorriqueño en Queens, ha sido testigo del impacto negativo que esta falta de recursos puede tener. "Creo que yo solía ser una de esas personas que decía que necesitaba ayuda y no podía acceder a ella", comparte.
La escasez de terapeutas que hablen español y que comprendan la cultura latina se ha convertido en un impedimento grave para que muchos individuos busquen la ayuda que requieren. Camacho recuerda cómo en su hogar se le enseñó que "Jesús debería ser suficiente", lo que refleja las creencias tradicionales que muchas familias latinas aún profesan, las cuales a menudo minimizan la necesidad de atención psicológica. Esta perspectiva cultural puede ser un factor que retrasa la búsqueda de ayuda profesional.
Ante esta realidad, varias organizaciones en Manhattan están trabajando para crear entornos de atención inclusivos para latinos. Iniciativas como las impartidas por Rauly Charo brindan clases sobre salud mental que apuntan a desestigmatizar y abordar las preocupaciones de salud emocional de los inmigrantes. A través de estos programas, se espera empoderar a la comunidad para que reconozca y busque apoyo profesional, además de proporcionar información sobre recursos de bienestar y terapia accesibles.
La situación demanda un enfoque crítico y un trabajo conjunto de las autoridades y organizaciones civiles para cerrar esta brecha en el acceso a la salud mental. Es imperante que se desarrollen políticas públicas que garanticen la disponibilidad de terapeutas capacitados y culturalmente competentes, además de aumentar la visibilidad de estos servicios en la comunidad latina.
La lucha por la salud mental no debe ser aislada; requiere la colaboración de todos. Como señala Camacho, "una de las primeras cosas que debemos hacer es hablar sobre ello". En este sentido, es fundamental fomentar un diálogo abierto y buscar soluciones efectivas que beneficien a quienes más lo necesitan.